miércoles, 22 de julio de 2009

Horas

Tu miedo a soñar en soledad,
te acerca a mis costillas.
Odias las horas gastadas.
Olvidas tu sombra en la terraza,
y el reloj tamborilea en mi muñeca.
No se detiene. Nunca se detiene.
Se desahucia la tarde. Huele a nicotina.
Bebemos vino.
(Momento bukowskiano. Reímos)
Cesa la noche. Ya es domingo.
¿Leerá Dios la biblia?
Me preguntas.
Sales por esa puerta.
La mañana huronea a través de una rendija.
Escribo. Leo.
¿Acaso, me reinvento?
Descubro marcas de tus dientes,
en mis pechos.
Gasto el día. Café y cigarrillos.
Ya no escribo.
Y espero.

1 comentario:

Igor dijo...

Un día filtrado pr el tamiz de lo poético. El final es tremendo, lleno de ansias escondidas y cortinas que esconden más palabras.
Besos, Ana. Ya sabes que esto me gusta mucho.